Los valores son adquiridos por el ejemplo y la comprensión. en ambos casos nuestro rol como adultos tiene enorme relevancia.



sábado, 27 de noviembre de 2010

Cortesía

Demostración o acto con que se manifiesta la atención, respeto o afecto que tiene alguien a otra persona.
Fuente: http://www.valores.com.mx/




Cortesía. 1. f. Demostración o acto con que se manifiesta la atención, respeto o afecto que tiene alguien a otra persona. Urbanidad. 1. f. Cortesanía, comedimiento, atención y buen modo. Decencia. 1. f. Aseo, compostura y adorno correspondiente a cada persona o cosa. 2. f. Recato, honestidad, modestia. 3. f. Dignidad en los actos y en las palabras, conforme al estado o calidad de las personas.
Diccionario de la Lengua Española, Vigésimo segunda edición.

Una expresión de respeto

Con seguridad conoces el caso de algún compañero de tu escuela o un vecino de tu cuadra que es grosero y maleducado. Convivir con personas así es muy difícil: usan malas palabras, no piden nada por favor, no son amables con los demás y tienen sus cosas hechas un desorden. Para ellos la situación tampoco es fácil: despiertan rechazo, no reciben la atención o los servicios que buscan y tienen frecuentes problemas con quienes no están dispuestos a soportar sus groserías. ¿Por qué se portan así? Simplemente, por que no respetan a las personas. Por ejemplo, tiran basura en la calle porque no les importa que a los otros caminantes les parezca fea o les dé asco.

Cuando sentimos respeto y afecto por quienes nos rodean aprendemos a tratarlos bien, a dirigirnos a ellos con consideración y a tener una serie de pequeñas atenciones que hacen la vida más feliz y amable. Allí está el secreto de la cortesía, la decencia y la urbanidad. Ser amables en nuestro trato facilita la convivencia en el hogar, en el salón de clases, en los espacios públicos y en cualquier actividad de recreación o deporte. Esa conducta también indica que esperamos lo mismo de los otros: que nadie nos grite, nos insulte o sea rudo con nosotros. Las normas de urbanidad son muchas y muy variadas, se distinguen de una cultura a otra y van cambiando de una época a otra. Pero no importa que esos detalles se modifiquen, lo interesante es demostrar que queremos tratar bien a quienes nos rodean.

Mini-sección
Extremos contrarios
  • Las personas descorteses se exponen a recibir groserías de los demás.
  • La falta de urbanidad degrada la calidad de vida en comunidad.
  • La indecencia resta calidad y valor a los seres humanos.

Solidaridad

Adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros.

Fuente: Diccionario de la Real Academia Española


En un mundo rápido y competitivo muchas personas tienden a pensar que la clave para sobrevivir está en buscar sólo su beneficio personal, sin importar lo que ocurre con los demás. Se les llama individualistas. Al no dar ayuda, no la reciben. Piensan en sólo en sí mismas y efectúan cada acción evaluando su propia conveniencia.

Como ignoran que forman parte de una comunidad creen que sólo importan sus opiniones y necesidades. Es como si pensarán “si yo no me mojo, no importa que diluvie”. Mediante esa actitud ellos mismos dejan de importar a los demás, y su mundo se convierte en un horizonte estrecho y pobre. Por más que un hombre se esfuerce es poco lo que puede hacer solo. Entregarse a una causa común, vincularse con los demás para obtener un logro, impulsar la vida en sociedad, enriquece el pensamiento, el corazón y las posibilidades humanas.

Viviendo el valor

El valor de la solidaridad se manifiesta al reconocer que, para cualquier objetivo, no bastan los esfuerzos individuales. Quien lo vive se abre a la posibilidad de recibir ayuda, y tambien esta dispuesto a darla. Implica la busqueda de una fraternidad que comienza entre dos personas, se extiende a la sociedad, alcanza a un pais entero, trasciende las fronteras y abarca a la humanidad en su conjunto sin distinguir credo, sexo, raza, nacionalidad u orientacion politica.

Unidos para un fin común

Los hermanos crecen juntos y, con frecuencia, se unen para conseguir un objetivo común, por ejemplo, cuidar de sus padres cuando son mayores. La posibilidad de sumar esfuerzos en la búsqueda de un proposito generoso rebasa los limites de la familia y es el principio de la sociedad. Tu y tu vecino de enfrente pueden proponerse, por ejemplo, recoger a diario las hojas secas de la vereda para beneficio de los dos. Pero tambien pueden hacer planes en bien de alguien mas, como ayudar a un compañero que no sabe manejar bien la pelota de futbol y explicarle lo que ustedes saben. Cuando eres solidario sientes que la humanidad es tu gran familia, comprendes que necesitas ayuda, pero tambien estas dispuesto a darla. Al sumar ideas, esfuerzos y trabajo el mundo empieza a transformarse. La experiencia de la comunidad enriquece tu vida.

Para la vida diaria

Conversa con tus vecinos. ¿Qué esta haciendo falta en su cuadra? Organicen una accion comunitaria para resolver el problema.

Al saber de algún caso de necesidad (por ejemplo, un pueblo afectado por las inundaciones) participa en las campañas de apoyo, en la medida de tus posibilidades. Si cada persona lleva una bolsa de arroz , pronto habra suficiente para alimentar a los damnificados.

No permanezcas ajeno a lo que ocurre en tu ciudad, en tu pais o el mundo: escucha las noticias, lee el periodico. Piensa como puedes participar en la busqueda de soluciones.

Aprende a conocer la sociedad en que vives. Es tan grande que, con seguridad, ofrece algun mecanismo para ayudarte en lo que necesitas.

Por el camino de la solidaridad

No veas en los demas un obstaculo para tus propositos. No seas un obstaculo para los de ellos. Visualiza tu comunidad como una red de apoyo que enriqueces con tus aportaciones y puedes usar para apoyarte.

Si perteneces a un grupo (un equipo deportivo, una comunidad religiosa, etcetera) procura que vaya más allá de su proposito original: aprovechando que ya están juntos hagan algo en bien de los demas.

Comparte tus inquietudes con tu comunidad e invita a sus miembros a trabajar juntos en asuntos clave: la seguridad de tu barrio o la ayuda a personas muy necesitadas (por ejemplo, los niños de la calle).

Conoce a:

1985: Cuando la tierra tembló

El 19 de septiembre de 1985 hubo un fuerte terremoto en la Ciudad de México. Cientos de edificios se cayeron, muchas personas quedaron atrapadas entre los escombros y miles más perdieron su hogar. Nadie había previsto que pudiera ocurrir algo así y los planes de emergencia que había resultaron insuficientes.

Pero los habitantes del Distrito Federal reaccionaron de una manera inesperada. Muchos de ellos, sin experiencia alguna, realizaron tareas de rescate. Otros organizaron centros de acopio para reunir ropa, agua y medicamentos para los damnificados. Algunos más trabajaron en los albergues atendiendo a los niños pequeños y los ancianos, y unos más les abrieron las puertas de su hogar. Hubo historias de peligro, heroísmo y grandes logros compartidos.

A ello se sumó una buena respuesta internacional, pues decenas de países enviaron
ayuda humana y material.

Con el temblor, de la tierra de México brotó la solidaridad. La acción comunitaria de
aquellos hombres y mujeres transformó el rostro político y social del país en las dos décadas siguientes.